Calidad

Cuando estaba en tercer grado de escuela, tenía una excelente maestra con muy buen gusto. Gracias a ella, mi caligrafía es bastante legible, y empecé a tomarle gusto al arte. A medida que pintaba, descubría nuevos métodos, nuevas formas, nuevas texturas y decidí buscar los mejores lápices de color. Yo no tenía mesada, como muchos de mis compañeros tenían; yo ahorraba lo que me daban para gastar en los recreos. Y ahorré y me compré una pequeña caja de doce lápices de color Conte, que aún conservo en perfecto estado. Obviamente, unos más gastados que otros, pero acá los tengo. Amo esos lápices y lo fascinante para mí, era que incluían el color piel! Recuerdo que mis compañeros tenían cajas de 24 y 36 lápices de color, con grandes gamas, pero a mí eso no me despertaba nada de envidia, porque yo sabía que con mis 12 lapicitos me la iba a jugar y les iba a sacar el mejor provecho. Lo que invertí en la compra de esos lápices, marcó mi camino y me dió una buena profesión.

A veces no sabes que las pequeñas decisiones que tomas en algún momento en tu vida, pueden marcar tu destino; que los grandes sacrificios a veces no tienen su recompensa de forma inmediata sino que se van premiando poco a poco con el tiempo, hasta llegar a convertirse en un todo alrededor tuyo que mueve tu vida y te hace sentir orgulloso de tí mismo y ser feliz; que ese talento que llevas innato y desarrollas como hobbie se convertirá en tu pan de cada día; y que a veces, lo que cuenta no es la cantidad sino la calidad lo que te llevará al éxito.