La semana pasada, leí en un periódico una nota en el editorial sobre la falta de alimento en el mundo, bajo un título que decía algo así como si las palabras fueran alimento, nadie moriría de hambre...
En época de campaña política, donde todo el mundo promete y promete soluciones rápidas, sin dolor y eficientes, donde todo son palabras y no acciones, ese titular me hizo recapacitar en actitudes propias y de otros. Pensé que no solamente aplica a políticos, lamentablemente, aplica a todos y cada uno de nosotros en muchas situaciones y con muchas personas. Pensé en el valor que tienen las palabras bien utilizadas, el efecto positivo que generan pero lo curioso, es que son siempre pasajeras... Al paso del tiempo, la gente las olvida, o las recuerda, las tiene en mente, pero no las dice cuando debe decirlas, o peor aún, no las cumple cuando debe cumplirlas.
Entrando a la época que más calor humano hay en el año, yo quisiera que las palabras de cada uno de nosotros no pasaran en vano y que las que escuchemos, sean palabras honestas y que se mantengan lo suficiente para brindarnos seguridad y felicidad.
Era lunes. Salí de la oficina feliz de poder llegar a casa. Había llovido bastante esa tarde, pero por dicha cuando me dirigía a tomar el autobús, había cesado. Las calles estaban repletas de gente, como es lo usual a esas horas; todos tienen prisa en terminar su día laboral y regresar a sus hogares. Todos, hasta el barrendero.
Dicen que cuando uno pierde a tranquilidad, son trampas del diablo para verte caer... y pienso que puede ser cierto. Cuando estás alterado, comienzas a ver todo mal, a maldecir, todo te incomoda, todos te irritan; terminas cansado y sin ganas de hacer nada más que consumirte en un estado emocional que te hunde, te hace perder la perspectiva y perder el control de tu vida. Sin darte cuenta, te alejas de tus seres queridos porque los apartas con actitudes o palabras hirientes, y por lo general, tomas malas decisiones porque estás lleno de odio.
Cuántas combinaciones de números puede uno aprender durante toda la vida? Porque ahora, en este mundo tecnológico, todo es con claves numéricas o alfa numéricas, y la gran mayoría de nosotros cuando las digitamos lo hacemos como por inercia... Pero en mi caso, aveces las olvido fácilmente y recordarlas me toma un rato, especialmente como hoy, cuando intentaba entrar a mi buzón de voz del teléfono, digitaba mil veces mi clave sin éxito hasta que recordé uno de esos tantos mensajes de texto que me habían enviado hace unas semanas atrás (que no le dí mayor importancia y borré) y me dí cuenta que el ICE había cambiado el sistema!
